Por Charles Rijnhart
En el campus de una universidad americana, una ajada tarjeta de biblioteca reposa dentro de un libro. Sus conocidos nombres estadounidenses serían totalmente intrascendentes hasta que una entrada de 1997 revela el nombre C. Gurung. El apellido Gurung indica un grupo étnico de Mustang, Nepal. Esta región es remota e inalcanzable, un inhóspito desierto de gran altitud situado en la frontera de Nepal y China. De alguna manera, un individuo de un aislado pueblo budista tibetano dirigió sus pasos a Estados Unidos a finales de la década de 1990 para recibir su educación. Entre las tapas de libros olvidados, encontramos evidencia de un tesoro espectacular. Los no alcanzados están entre nosotros, de ninguna manera inalcanzables.
Ciudades de acceso mundial: definición
En los centros urbanos estadounidenses de hoy, la presencia de grupos poblacionales no alcanzados es un fenómeno creciente. El término “ciudades de acceso mundiales” (global gateway cities) ha sido acuñado para enfatizar la importancia de las misiones a estas comunidades de la diáspora con conexiones mundiales. Global Gates, una agencia de misión de la ciudad de Nueva York, define a las “ciudades de acceso mundiales” como aquellas ciudades con poblaciones considerables de grupos poblacionales menos alcanzados “de los confines de la tierra” que son accesibles al testimonio cristiano y a través de las cuales sus poblaciones de origen en el extranjero podrían ser impactadas con el evangelio.
Otro término contemporáneo útil es “transnacionalismo”, que rompe con las definiciones tradicionales de inmigrantes como unidireccionales y permanentes, y considera que los inmigrantes hoy están firmemente arraigados en su nuevo país, pero mantienen múltiples vínculos con su tierra natal. La naturaleza transnacional de las ciudades de acceso mundiales está dando nueva forma, de maneras nuevas y apasionantes, a los antiguos supuestos sobre la accesibilidad de los grupos poblacionales no alcanzados.
La ciudad de Nueva York es conocida por tener los códigos postales más diversos del mundo con más de 637 idiomas y dialectos únicos documentados. Si usted trabajara en un hospital en Queens, se encontraría entre personas como Tenzin, un hombre nacido en el Tíbet, criado en India, educado en Estados Unidos y que dedica su tiempo libre a recaudar dinero para apoyar a tibetanos en varios asentamientos en Nepal y la India. Es un budista tibetano, y está profundamente conectado a su comunidad de la diáspora. Es el ejemplo por excelencia de un residente de una ciudad de acceso mundial que representa a un grupo poblacional no alcanzado. Es tan accesible como un paciente o un compañero de trabajo y, a través de él, de pronto se vuelve accesible la oportunidad para toda una comunidad aislada por las dificultades y las barreras geográficas.
Ciudades de acceso mundial: formación
Hay tres factores principales en juego para poner el fundamento para personas como Tenzin y el surgimiento de ciudades de acceso mundiales: las políticas de inmigración, las oportunidades educativas y financieras, y la tecnología. En 2017, 50 millones de inmigrantes vivían en Estados Unidos, el 19% de la población migratoria mundial. Es probable que otros países con políticas de inmigración hospitalarias también vean el fenómeno de la ciudad de acceso mundial. Aunque las políticas de inmigración cambian con los ciclos políticos y los climas, ha habido un aumento general de la inmigración en los últimos diez años. En 2017, el número de migrantes había alcanzado los 258 millones en todo el mundo, lo que supone un aumento de 173 millones con respecto al año 2000. Esto representa el 3,4% de la población mundial. Con este tipo de movimiento, la diversidad de los inmigrantes también aumenta, llevando a aquellos grupos que una vez se consideraron completamente aislados a un repentino contacto con el mundo exterior por propia voluntad.
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