Por Michel Hendricks
Conflictos entre los miembros de un equipo suelen citarse como la principal causa de que los misioneros dejen el campo y regresen a casa. La mayoría de las soluciones incluyen mejorar la comunicación, capacitación en resolución de conflictos y pruebas de personalidad para que se entiendan unos a otros. Eso puede ser útil, pero no suele bastar. ¿Acaso hay algo más fundamental?
La respuesta sencilla es el amor. Todos estamos de acuerdo en que, si los misioneros se amaran bien unos a otros, muchos problemas desaparecerían o se resolverían de forma saludable. La verdadera pregunta es: ¿Cómo? ¿Cómo podemos aprender a amar como ama Jesús? Más específicamente, ¿cómo puedo amar a las personas que me sacan de quicio o me tratan con dureza? ¿Cómo pueden amarme cuando soy egoísta y perfeccionista? Quizá te sorprenda saber que un poco de neurociencia nos ayudará en nuestra comprensión del amor. Al fin y al cabo, Dios, que inspiró las Escrituras, también diseñó nuestro cerebro. Es de esperar que la Biblia y el diseño del cerebro humano encajen bien.
El cerebro humano fue diseñado teniendo en mente el amor. Con base en la Biblia y la ciencia del cerebro, hay tres elementos importantes del amor que mantendrán sanas nuestras relaciones. El amor al estilo de Jesús genera alegría, da a los demás descanso y espacio, y motiva a las personas de forma saludable. Todos estos elementos pueden aprenderse, así que echemos un vistazo a cada una de estas habilidades fundamentales.
Alegría
Nuestro cerebro derecho examina nuestro entorno seis veces por segundo, más rápido de lo que nos damos cuenta, buscando una cosa por encima de todas las demás. Esa única cosa es la alegría relacional. Curiosamente, la definición neurológica de la alegría coincide con la definición bíblica. La alegría es lo que sentimos cuando la cara y los ojos de alguien muestran que está contento de estar con nosotros, que somos especiales para él. La alegría es en gran medida no verbal. Nuestro cerebro escanea nuestro entorno en busca de rostros que se alegran de estar con nosotros dondequiera que estemos, y estos encuentros alegres actúan como combustible para nuestro cerebro.
Vemos esta definición de alegría en la bendición sacerdotal de Números 6:24-26: “Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor sonría sobre ti y sea compasivo contigo. Que el Señor te muestre su favor y te dé su paz”.
El rostro de Dios resplandeciendo sobre nosotros concuerda con la definición neurológica de alegría. Dios diseñó nuestro cerebro para la alegría y quiere que vivamos en el resplandor de su deleite. Esta bendición expresa una alegría que puede parafrasearse: “¡Que sientas la alegría del rostro de Dios resplandeciendo sobre ti porque Él está feliz de estar contigo!”.
No sólo sentimos alegría con Dios, sino también los unos con los otros. Construir alegría con Dios y con los demás es una parte esencial del amor a nuestros compañeros de equipo. Ser intencionales en dejar que nuestros rostros y ojos brillen en los miembros de nuestro equipo llena el tanque de alegría de todos con un combustible emocional que nos da energía para la resiliencia relacional. Cuando la alegría es baja, casi nada en la vida funciona bien, ni siquiera las cosas buenas. La primera habilidad para crear equipos emocionalmente resilientes es la alegría.
Descanso y Espacio
Antes he mencionado que nuestro cerebro se diseñó con el amor en mente. Me refiero concretamente a lo que llamamos amor seguro. Un vínculo amoroso seguro entre personas tiene dos características principales: creamos alegría juntos y dejamos descansar a la otra persona. No sobrecargamos al otro. El ciclo alegría/descanso se establece en los primeros meses de vida de un bebé, y prosperamos con personas a las que les entusiasma estar con nosotros y que también saben leer las señales no verbales de que necesitamos espacio y descanso.
Este delicado equilibrio entre alegría y paz mantiene las relaciones en una zona saludable. Este equilibrio es esencial para matrimonios, familias, comunidades y equipos sanos. Demasiada alegría sin descanso, y la gente se desgasta. Demasiado descanso, y nuestro amor se enfría. Sólo podemos desarrollar la alegría hasta el nivel en que dejamos descansar a la gente.
Jesús fue muy cuidadoso en dejar descansar a sus discípulos. Dios nos dio un día de descanso e incluso nos enseña a dejar descansar a nuestra tierra. Una de las mayores maldiciones que Dios puede lanzar sobre una persona es no dejarla descansar. Para las personas que han endurecido su corazón contra las amorosas súplicas de Dios, Él declara: «Por eso he jurado en mi ira: no entrarán en mi reposo» (Salmo 95:11). A pesar de esta advertencia, muchos ministerios están diseñados para desgastar a la gente. Utilizamos la culpa y la manipulación, a menudo citando nuestras declaraciones de visión y misión, para motivar a nuestro personal a ignorar su necesidad de descanso. Creamos una cultura de equipo frenético que eventualmente causará que las relaciones se rompan. Cuando pasamos por alto las señales de que otra persona necesita un descanso, le causamos malestar y nuestra confianza se ve dañada.
Miedo – Motivación a Corto Plazo
A menudo, la incapacidad de permitirnos descansar a nosotros mismos y a los demás es un indicador de un problema más grande: motivación tóxica. Nuestro cerebro tiene dos sistemas de motivación. El miedo está diseñado para ser una motivación a corto plazo para evitar el peligro, que no debe durar más de 90 segundos. A menudo secuestramos ese sistema de motivación a corto plazo para utilizarlo como combustible a largo plazo. Yo estaba aconsejando a un pastor que se quejaba de la cantidad de tareas, que le obligaban a hacer malabarismos. Le pregunté cómo lo conseguía y me contestó: “La adrenalina es toda una droga”. Sin darse cuenta, me estaba diciendo que era un pastor motivado por el miedo.
La exposición prolongada a las hormonas del miedo es mala para nuestro cuerpo y nuestra salud. Coloca nuestro cerebro en un lugar en el que la creatividad y el aspecto relacional de la resolución de problemas están ausentes. Nos quedamos atascados en el fondo del cerebro, como lagartos. Somos reactivos y rígidos. Acabamos por actuar de forma menos humana.
He aquí algunos indicadores de que su equipo puede tener una motivación tóxica en el trabajo:
– Las amenazas (explícitas o implícitas) se utilizan para motivar a las personas.
– Nos centramos en resultados negativos.
– El control se vuelve más importante que la comprensión.
– Ocultamos nuestras debilidades en lugar de compartirlas para obtener ayuda.
Formé parte de un equipo misionero de una organización que recibía una ayuda económica directamente proporcional al número de reuniones de evangelización que nuestro equipo llevaba a cabo. Todos los meses teníamos que rellenar un formulario de registro de evangelización y anotar una cifra que se enviaba al equipo directivo. Teníamos que apuntar todas las oportunidades que se nos presentaban para compartir el Evangelio, y teníamos un número objetivo que debíamos alcanzar cada mes.
¿Qué cree que ha hecho esto a nuestro sistema de motivación? Desde mi punto de vista, inclinó a nuestro equipo hacia la motivación por el miedo, y dedicamos mucho tiempo y energía a luchar contra una cultura de equipo impulsada por el miedo. A menudo se descuidaban la alegría y el descanso, y la tasa de agotamiento de los misioneros en esta organización era elevada. La buena noticia es que existe un sistema de motivación mejor, adecuado para un uso a largo plazo.
Motivación a Largo Plazo
Nuestros cerebros fueron diseñados con un sistema de motivación superior que nos diferencia de otros animales. Nuestra identidad es fundamental para la motivación, incluidas nuestras identidades individuales y de grupo. Cuando tenemos una cultura de motivación sana, solemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Cómo me creó Dios para llevar su luz a nuestro pueblo? ¿Qué características únicas de mi corazón serán valiosas para nuestro equipo? ¿Cuáles son los deseos de mi verdadero corazón?
Cuando cada miembro aporta sus características únicas de corazón al equipo y las afirmamos unos en otros, comenzamos la larga y lenta combustión de una motivación sana. La motivación por miedo arde rápido y caliente, pero se agota rápidamente, como si prendiéramos fuego a un trozo de periódico. La motivación sana empieza lentamente y sigue avanzando, como un gran tronco de roble.
No sólo encontramos motivación en nuestras identidades únicas, sino que también necesitamos una identidad de grupo bien desarrollada. Nuestro cerebro calcula seis veces por segundo quiénes somos y cómo actuamos en cada situación en la que nos encontramos. Los cálculos incluyen las siguientes preguntas: ¿Quiénes somos como personas y cómo actuamos en esta situación? ¿Cómo debemos actuar aquí? ¿Cómo debe actuar nuestro personal ante este problema?
La identidad de grupo es una de las habilidades perdidas del discipulado y es fundamental para la formación de nuestro carácter. He aquí algunos ejemplos de declaraciones de identidad de grupo:
- Somos un pueblo que se viste con compasión, amabilidad, humildad, dulzura y paciencia, y cuando perdemos la ropa, pedimos a nuestra comunidad que nos ayude a vestirnos de nuevo.
- Somos un pueblo que siempre está curioso por saber lo que Dios está construyendo en los demás.
- Somos un pueblo que habla despacio y escucha con rapidez.
- Somos un pueblo que ama a sus enemigos y bendice a los que nos maldicen.
Al crear equipos que operan con lazos seguros de amor, nuestra alegría y descanso nos permiten vivir en los corazones que Jesús nos ha dado. A medida que operamos desde nuestras identidades únicas y construimos nuestra identidad de grupo, estamos en el camino de formar un equipo que no perderá fácilmente el ánimo.
Para más información sobre alegría, descanso, formación del carácter e identidad de grupo, lea “The Other Half of Church: Christian Community, Brain Science, and Overcoming Spiritual Stagnation” , de Jim Wilder y Michel Hendricks. Life Model Works ha desarrollado muchos ejercicios para ayudar a construir equipos sanos. Consulte lifemodelworks.org/ consulting-services/ para obtener más información sobre cómo podemos ayudarle.
Michel Hendricks, MDiv, Denver Seminary; BS, Universidad de Colorado, Boulder (Michelhendricks@ lifemodelworks.org), es pastor, profesor, entrenador misionero, inventor y autor. Es director de consultoría transformacional en Life Model Works. Fue pastor de formación espiritual en Flatirons Community Church en Lafayette, Colorado. También ha servido en Argentina, Bolivia, México, Costa Rica, Kenia, Sudán del Sur y Uganda. Él y su esposa tienen tres hijos adultos.