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Dilema moral, en misiones y en tiempos del coronavirus

\"-Doctor-\"

Por Dr. Carlos Pinto

Cuando explotó la pandemia del Coronavirus, una pareja de misioneros con sus dos hijos pequeños decidió regresar a su país de origen y dejar el campo misionero. Ellos pensaron que habían actuado con responsabilidad, sabiduría y en forma correcta, pero encontraron que no todos estuvieron de acuerdo con su posición. Cuando comunicaron su determinación a su iglesia, organización de envío y organización de recepción, cada grupo tenía una opinión diferente sobre lo que era correcto e incorrecto respecto a esta decisión.

El dilema moral

Los dilemas son vivencias normales en el diario vivir del ser humano y los misioneros no son la excepción.  El dilema surge cuando se enfrenta a dos consideraciones correctas, pero se tiene que escoger una en sacrificio de la otra.  En algunos casos es una opción personal y en otras es una imposición. En la coyuntura del corona virus, el dilema que confronta el misionero y su familia es: quedarse en el país y servir en medio de la crisis sanitaria o retornar a su país de origen para evitar exponer su familia y a si mismo ser contagiados. Allí el dilema.

Por ejemplo, un médico misionero se enfrenta a una situación donde él y su familia sirven en un determinado país donde la población a la cual sirven carece de servicios apropiados de salud. En su servicio diario como médico misionero es testigo de ciertas estructuras de injusticia y corrupción en el sistema de salud que perpetúan el descuido de los pacientes.  En el contexto de COVID-19 observa malas prácticas en forma constante a tal punto que su seguridad corre peligro al exponerse al contagio y que luego podría también él convertirse en un portador y contagiar a su propia familia.

El dilema en este caso es que las dos opciones son correctas, pues como médico misionero tiene claro que su rol es ayudar a sus pacientes y a las personas afectadas por la crisis sanitaria.  Su llamado misionero refuerza su deseo de quedarse en su afán de ser un “el buen pastor que cuida de sus ovejas” y reflejar el amor de Cristo, más aun en un contexto de corrupción, injusticia y opresión institucionalizada.  Aún más, como médico ha sido entrenado a que la prioridad en su profesión sobre todo es cuidar y salvar a sus pacientes. En ese sentido el quedarse seria lo correcto.

La otra opción también es correcta, pues el salvaguardar a su familia volviendo a su país de origen es su deber. Es correcto, que como esposo y padre de familia de dos pequeños observe que su responsabilidad inmediata y directa como misionero es cuidar de su familia primero.  Su familia es su primer campo de misión, por tanto, debe cuidarla y protegerla.  Ahora si en el contexto donde sirve las medidas de prevención no le ofrece la garantía que debería tener, el decidir retornar a su país hasta el tiempo que la crisis sea superada es también correcta. En estos casos el “autocuidado” no es una irresponsabilidad sino más bien una responsabilidad y mandato.

El conflicto y efecto

Tomar decisiones cuando se enfrenta dilemas morales provoca frustración, tensión y ansiedad en la persona que enfrenta este proceso. El tener que escoger entre dos opciones que son ambas correctas provoca un alto nivel de estrés. Mientras se llegue a optar por una de las opciones, y muchas veces, aun después de haber decidido la persona se enfrenta a la realidad de encontrarse con otros que no entienden la razón de su decisión y más bien se le juzga o critica por haber actuado “incorrectamente”. La experiencia es aún más conflictiva cuando al misionero se le obliga a optar por una medida que considera como traición a su propio llamado o vocación ministerial. En este contexto del COVID-19, se daría cuando la misión obliga al misionero a abandonar el campo y retornar a su país de origen para salvaguardar la familia misionera.

Los efectos a nivel emocional se muestran porque el misionero aludido puede desarrollar sentimiento de vergüenza, culpa, enojo y hasta depresión.  En otras ocasiones las emociones sentidas son tan dolorosas que la persona puede optar por reprimirlas y así evitar sentirlas. Su confianza en otras personas pude disminuir notablemente y puede optar por vivir en forma aislada.

La psicología nos indica que cuando el dilema moral no es procesado adecuadamente y más bien es sancionado por personas significativas de quien ha hecho la decisión, provoca una herida emocional que es muy dolorosa y que requerirá de un tratamiento de apoyo psicológico especial. Esto sucede porque de alguna manera la crítica y sanción impacta la identidad de la persona, su autoestima, espiritualidad y sistema emocional.  El dolor emocional en quien hace una decisión frente a un dilema moral, en algunos casos por desinformación, puede llevar a concluir en forma equivocada que ha traicionado a sus propios valores morales, espirituales y que ha cometido un error o desobediencia a Dios. En muchos casos la persona convive con sentimientos de culpa y de enojo, y su capacidad de confiar en sus propias decisiones se anula. Lo mismo sucedería en el caso en que el misionero, queriendo quedarse en el campo, es obligado por la organización a retornar a su país de origen.

Acompañamiento al afectado

Permítanme ofrecerles algunas recomendaciones para el acompañamiento a personas afectas por una situación de esta naturaleza.

  1. Evite juzgar a quien enfrentó el dilema y que a su criterio no decidió correctamente. Su labor es solo escuchar y validar la historia y difícil situación que enfrentó la persona a quien está acompañando y quien está sufriendo por el efecto de haber enfrentado un dilema moral. Afirme que los dilemas morales no son fáciles pero que son situaciones que toca enfrentar, aunque no todos tendrán la misma opinión si fue correcta o incorrecta la decisión.
  2. Amplíe la percepción del misionero que enfrentó un dilema moral y que tuvo que decidir entre dos opciones buenas. Ayúdele a ver puntos ciegos que no observó en el proceso de su decisión. Pregúntele cuáles fueron sus necesidades y temores puntuales en el tiempo en que decidió entre las dos opciones y valida que la salud y la preservación de la vida no pueden ser descuidadas. El aclarar que el cuidado de su persona y familia no es necesariamente una actitud egoísta, especialmente en el contexto de la pandemia del Coronavirus, es muy importante.
  3. Identifique y confronte si percibe sentimientos de culpa irrealistas o conclusiones equivocadas sobre la decisión realizada. Por ejemplo, el quedarse en el campo misionero no garantizaría que el 100 % de las personas no se contagiarían debido a su cuidado como médico misionero. Identifique a su vez si el misionero que está acompañando ha desarrollado lo que se denomina “culpa del sobreviviente”. Esto sucedería si el misionero se siente inmoral o no coherente con su fe al “salvarse del contagio”, y dejar que la gente que servía se exponga al contagio y a la muerte.
  4. Favorezca un espacio de perdón si el misionero siente culpa o enojo debido a la forma cómo enfrentó su dilema moral. Muchas veces se requiere animar y modelar al misionero a ser más tolerante y benigno consigo mismo y con las emociones que está sintiendo. El proceso de perdonarse a sí mismo y recibir el perdón de Dios, y perdonar a quienes lo juzgaron mal o lo obligaron a optar por una opción no deseada, se hace necesario para poder retomar la paz y reconectarse con los colegas o jefes de la organización que discreparon con su decisión.

Conclusión

El dilema moral no procesado adecuadamente y cuando no se da espacio al duelo correspondiente puede provocar una herida a nivel espiritual y psicológico porque a la persona le persigue la idea que ha traicionado sus valores prosociales más importantes y ha faltado a su propia ética. En algunos casos asumirá que su opción fue errónea y en otros casos sentirá enojo y culpabilidad por haberse sentido obligado a obedecer la imposición de su jefe u organización, renunciando a lo que le pareció lo más correcto.

Finalmente, en este artículo he utilizado el ejemplo de un misionero médico, pero eso no significa que la misma problemática del dilema moral y su efecto no pueda ser experimentada por cualquier otro misionero(a) o familia misionera que sirva en otros ministerios que no sea asociado al campo médico.