Por Dr. Carlos Pinto
“La sexualidad es raramente discutida o dialogada en las sesiones de orientación de pre campo o en el mismo campo misionero”
– R.A. Grabill, 1999
PANORAMA GENERAL
El tema de sexualidad en la vida misionera de la persona soltera o de pareja casada es notoriamente ausente. Esta actitud de negación de un factor de nuestro ser y que ha sido creada por Dios y calificada como buena, muestra el divorcio que aún persiste entre la religión y la sexualidad. C. Simon (2012) implica que el resultado es que la persona o pareja misionera vive su sexualidad dentro de un sentimiento de confusión. Y justo el no ser muy consciente de la complejidad de la sexualidad, no solo la relación sexual, coloca a la persona misionera en gran riesgo de caer en falta.
LA FALSA ILUSIÓN, RIESGO MAYOR
Dentro de la comunidad misionera pareciera que se asume que el ser misionero soltero o pareja misionera se les percibe como asexuales y que por lo tanto en el campo ministerial no enfrentarán deseos, fantasías, tentaciones, necesidades y conflictos sexuales, etc. Lamentablemente esta es una falsa ilusión ya que la sexualidad está presente en cada persona y aflora en todas las áreas de la vida. Es más, añadiría que el suprimir los pensamientos, deseos o necesidades sexuales sin evaluar la razón de hacerlo, o sin buscar una solución adecuada desde lo espiritual o psicológico, puede provocar serios problemas emocionales.
Dios nos ha creado como seres sexuales, con la necesidad de desarrollar intimidad, amistad, cercanía con las otras personas. Esta necesidad de sentirse ser parte de la otra persona y viceversa es normal y se experimenta en la vida de pareja. A su vez, la relación sexual entre el esposo y esposa es la expresión más profunda de la vivencia sexual que nos ha sido dada como don de Dios.
Aclaro, cuando menciono la necesidad humana de intimar no me refiero a la relación sexual necesariamente, me refiero a que Dios nos ha creado con la necesidad de sentir que necesitamos ser parte de una relación, ser parte de una amistad o finalmente de una relación de pareja, así como también hemos sido creados para sentir la necesidad que pertenecemos a Dios y necesitamos vivir en una relación constante con Él.
Ahora, volviendo a la vida que enfrenta la persona soltera o pareja misionera, la literatura que es escasa sobre este tema, plantea que en el campo misionero se enfrenta situaciones que la colocan en riesgo. El misionero o misionera enfrenta momentos de soledad, de ser pretendida o cortejada por una persona local, de lograr sentirse satisfecho sexualmente, de sentir que se vive en aislamiento y que por lo tanto al vivir en otra cultura extraña al ser desconocido las normas morales sexuales se pueden tornar difusas. Dr. Pruitt y D. Hawker (2013), ambas autoridades en el área de cuidado integral del misionero, manifiestan que el alto nivel de estrés, soledad, cansancio y aislamiento algunas veces provocan que afloren ciertas reacciones sexuales físicas y afectivas si colegas de equipo o personas locales actúan en una forma sexualmente muy provocativa sexualmente.
ALGUNAS CAUSAS DEL AMOR Y ODIO CON EL SEXO
Una de las causas del conflicto sexual en la comunidad cristiana es haber asociado el sexo con el pecado y haber asumido una dicotomía falsa, deduciendo que todo lo espiritual es bueno y todo lo sexual o material es pecado. Juan Stam, teólogo asociado a la Fraternidad Teológica Latinoamericana en un artículo suyo sobre Biblia y Sexualidad, menciona que la teología hebrea percibe espíritu y cuerpo como una unidad creada por Dios y que fue la filosofía griega la que enseñó la división del ser entre cuerpo, alma, y espíritu.
La dicotomía mencionada provoca evitar tratar el tema sexual en la en la iglesia y también en la comunidad misionera. Por el contrario, si se informa, orienta en la etapa de pre-campo y en campo sobre la sexualidad que honre a su Creador servirá como prevención de incurrir en faltas sexuales y más bien se lograría enriquecer la vida sexual de los misioneros. Al evitar tratar el tema sexual por esta cosmovisión dicótoma se deja a la persona o pareja misionera navegar en forma individual y solitaria con su sexualidad que está viva y aflora cada día aun en el campo misionero.
RECOMENDACIONES
Es necesario orientar a los misioneros candidatos, o los que están en el campo, a que reconozcan que la forma de vivir su sexualidad necesita estar orientada a dar honor a su Creador. La sexualidad es algo central en la vida del hombre y mujer. L.G.MacMinn (2019) menciona que en sus clases de sociología y sexualidad ella afirma que Dios no nos creó sexuales incidentalmente, por casualidad o para perjudicar el área espiritual, por el contrario, para Él la sexualidad es parte inherente del ser humano.
Como es conocido por todos, en el pasado se hizo público los múltiples casos de incidentes de abuso sexual en la Iglesia Católica. En estos tiempos se han hecho público casos similares o del mismo orden en la Iglesia Evangélica Protestante. Como COMIBAM — en diálogo personal con su actual director internacional Cristian Castro nos dijimos — no podemos esperar que incidentes de conflictos sexuales se den en la comunidad misionera. Y repito, la ausencia de orientación sexual a candidatos en pre campo y de misioneros en el campo los coloca en gran riesgo de infidelidades, en desarrollar adicción a la pornografía, de sentirse culpable y avergonzada por tener deseos sexuales que son normales.
Visibilicemos a la población soltera involucrada en misiones y que generalmente son mujeres. Necesitan reconocer sus sentimientos sexuales y evitar darles la impresión que son seres asexuales que requieren reprimir 100% su sexualidad. Requieren informarse cómo vivir su sexualidad en el campo, honrando a su Creador. Evitemos el exaltar el matrimonio como la única forma de vivir la sexualidad, esto provoca desánimo y ansiedad en los solteros al desarrollar un temor a quedarse soltero. Anímenles a que no vivan en forma aislada, que confraternicen. Las mujeres necesitan más atención en este aspecto; los varones, por otro lado, generalmente minimizan su situación, pero viven su soledad a solas.
Por otro lado, la pareja misionera necesita otro abordaje. Lo usual es que el varón se sobre- involucre en su tarea y más bien provoque que su esposa se sienta sola y descuidada afectivamente.
El deseo sexual tiende a bajar cuando la mujer tiene mucho estrés y por el contrario el varón cuando se siente estresado busca tener una relación sexual con la esposa para desestresarse. En este contexto se requiere enseñar a la pareja a que sea franca y transparente en expresar sus gustos y disgustos sobre la relación sexual, y mostrar compasión y respeto mutuamente.
Aunque pareciera innecesario la ilustración o información sobre las etapas de la respuesta sexual humana, es necesario compartir con las parejas en el campo para que puedan facilitar el uno al otro el gozo pleno de cada uno en estos momentos íntimos.
En este aspecto, el varón requiere mayor esfuerzo para elogiar a su pareja, a galantearla haciendo que se sienta amada en el alma –como lo manifiesta Cantar de los Cantares. Finalmente, ser sensible, tanto mujer como varón han tenido experiencias donde han sido burlados sobre su aspecto físico y esto ha provocado una imagen negativa de su cuerpo. Es necesario cambiar esta estima negativa sexual para que cada uno pueda usar su cuerpo libremente y en forma sana para dar y recibir placer sexual.
@Dr. Carlos Pinto ([email protected])
Director Adjunto del Departamento de Cuidado Integral del Misionero
COMIBAM Internacional
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Caroline Simon, Bringing Sex into Focus, IVP Academic Press(2012)
D. Pruitt y D. Hawker, Single Mission, Condeo Press (2013)
Lisa. Mcminn, Sexuality and Holy Longing , Fortress Press, (2019)