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Perseguidas por su fe y su sexo: La doble vulnerabilidad de las mujeres y niñas cristianas

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Durante los últimos cuatro años, Puertas Abiertas ha venido analizando la doble vulnerabilidad que sufren las mujeres y niñas cristianas de la Iglesia Perseguida.

Según el informe “Same Faith, Different Persecution” (Misma fe, persecución diferente), podemos destacar algunos detalles sobre los arraigados patrones de persecución religiosa que tienen una profunda y específica relación con el sexo.

Pero, ¿qué tienen que ver el sexo y la persecución religiosa?

En primer lugar, los perseguidores se dirigen a las personas allí donde su vulnerabilidad es mayor. Esto convierte a las mujeres y niñas cristianas -quienes, por lo general, ya están en situaciones de desventaja en su sociedad por el hecho de ser mujeres- en objetivos doblemente vulnerables a la persecución. Al carecer de marcos legales de protección, las mujeres pueden ser “objetivos fáciles” para los perseguidores. Lamentablemente, su sufrimiento suele ser ignorado y es invisible para quienes las rodean.

Esto no significa que los hombres y niños cristianos no están sometidos a la persecución. Sin embargo, es más probable que experimenten formas «visibles» de persecución, como ser golpeados públicamente, asesinados, despedidos de su trabajo o encarcelados por las autoridades civiles.

Las mujeres, por el contrario, tienen más probabilidades de sufrir persecución «oculta», como ser sometidas a matrimonios forzosos, ser violadas, sufrir abusos domésticos o ser encarceladas. Estos sucesos son simplemente menos probables para los hombres en sociedades predominantemente patriarcales. El sufrimiento de las mujeres y niñas cristianas por amar a Jesús suele ser invisible e ignorado por el mundo que las rodea.

Por las mismas razones, las mujeres y niñas cristianas también se enfrentan a una gama más amplia y compleja de presiones. Dada la naturaleza particularmente oculta y compleja de la persecución contra ellas, Puertas Abiertas se compromete a aumentar nuestra comprensión de por qué y cómo se utilizan estas tácticas para ocasionar daño a las comunidades cristianas en general.

Un ejemplo es la historia de la valiente Leah Sharibu, en Nigeria. Leah fue una de las 109 colegialas nigerianas -en su mayoría cristianas- capturadas por el grupo militante islámico Boko Haram en 2018. Estos militantes se oponen a la educación «occidental» de las niñas, por lo que ser una niña hizo que Leah fuera vulnerable, pero ser cristiana la hacía doblemente vulnerable. La joven de 15 años fue la única chica que no fue liberada por el grupo terrorista después de que se negara a denunciar su fe cristiana y convertirse al islam. Tres años más tarde, con casi 18 años, Leah sigue siendo la única en cautividad. Es un ejemplo excepcional de compromiso con Cristo.

Las niñas cristianas también han sido objetivo para infligir daño a los hombres cristianos. Cuando Boutros, un talentoso evangelista del sudeste asiático, se negó a dejar de compartir su fe entre su comunidad local, su hija Lucina, de 19 años, fue secuestrada, agredida y obligada a casarse.

«Los líderes religiosos locales intentaron muchas veces hacerme volver a mi religión de nacimiento, pero siempre dije que no. Me atacaron, me amenazaron con matarme. Se burlaron de mí, nos miraron mal a mí y a mi familia, pero no me importa. Lo soporté todo. Pero se vengaron de mí violando a mi hija. ¿Qué puedo hacer? No hay nada que pueda hacer». (Boutros)

Apenas unos días después de que Lucina fuera secuestrada, su país fue confinado debido al COVID-19, lo que hizo casi imposible recuperarla. Cuando la encontraron tres meses después estaba traumatizada, desnutrida y embarazada

Los ataques específicos de sexo suelen dirigirse a las áreas de la vida de los individuos que su sociedad considera que les dan valor. Al secuestrar y esclavizar a Lucina, sus atacantes también golpearon el corazón de Boutros, dañando la capacidad de que ella pueda casarse y la capacidad de protegerla de él. Este doble ataque fue estratégico e intencionado.

Las mujeres y niñas como Lucina son utilizadas repetidamente como peones para derribar a comunidades cristianas enteras. Las niñas son sistemáticamente seducidas, secuestradas y traficadas, impidiendo así el crecimiento de la población cristiana. En Burkina Faso, los líderes musulmanes animan activamente a los jóvenes musulmanes a casarse con las hijas de los líderes cristianos y de los miembros de la iglesia y a convertirlas al islam, reconociendo que es una de las tácticas de conversión permanente y generacional de la que disponen.

Ante esto, ¿qué podemos hacer?

Puede que las comunidades eclesiásticas no puedan detener todas las formas de represión, pero pueden aprender a reconocer las estrategias que se utilizan contra ellas una y otra vez. A través del programa Restorations (Restauraciones), Puertas Abiertas está formando y equipando a los líderes cristianos para que tomen medidas para proteger a sus congregaciones y crear resiliencia.

Esto incluye eliminar el estigma dentro de las comunidades cristianas en torno al desempleo y la violencia sexual, que a menudo impide a las víctimas ser sanadas y reintegrarse en la sociedad. En algunos casos, las niñas cristianas que han sido embarazadas por sus captores son consideradas como «manchadas» por sus familias y comunidades, y sus bebés como una adición no deseada. Los hombres que han perdido sus medios de vida a causa de su fe se han enfrentado a la exclusión y la vergüenza.

La persecución religiosa por motivos de sexo es más eficaz cuando la comunidad cristiana está de acuerdo con los perseguidores sobre el valor y propósito de hombres y mujeres. Si un creyente es rechazado o tratado como si no tuviera futuro en la comunidad, entonces el perseguidor ha tenido éxito.

Restorations recuerda a los cristianos los fundamentos bíblicos de la identidad humana y el ejemplo contracultural de Jesús, para que tengan el valor de responder a la persecución con amor y solidaridad dentro de la familia y la comunidad.

En el caso de Lucina, su padre pudo elegir cómo responder al secuestro de su hija. Resultó que Boutros podía hacer mucho. Boutros trabajó persistentemente con la policía, frente a los perseguidores, tanto para recuperarla como para presentar cargos contra el hombre que la había mantenido prisionera y había abusado sexualmente de ella. Después, Boutros dio a su hija y al nieto de este falso matrimonio un lugar y un futuro en su casa. Ha asumido cualquier vergüenza dirigida a ella, declarándola inocente.

Puertas Abiertas está trabajando con los líderes de las iglesias locales para alentar exactamente este tipo de testimonio que, sin palabras, nos habla del carácter de Dios, sin importar la forma de ataque que se haya ideado contra su familia.

«Un nuevo mandamiento os doy: Amaos los unos a los otros. Como yo os he amado, así debéis amaros los unos a los otros. En esto reconocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros.» Juan 13:34-35

Fuente: Puertas Abiertas