Una Nueva Época de Discernimiento inicia en la Región Iberoamericana: Reflexiones desde el Foro Misionológico Iberoamericano de COMIBAM
Como es costumbre en mis participaciones en representación del Departamento de Investigación, escribo estas líneas para compartir mis impresiones sobre el evento. En esta ocasión deseo reflexionar sobre lo que significó el Foro Misionológico Iberoamericano realizado en Lima, Perú, del 10 al 13 de noviembre de 2025. Este fue un espacio que COMIBAM desarrolló para la escucha, el diálogo, la reflexión y la definición de temas y prácticas actuales y emergentes de la misión de Dios. El encuentro, por invitación, reunió a casi 95 líderes, pastores, directores o colaboradores de agencias y ministerios, y misioneros(as), representando aproximadamente 20 países, unidos con el propósito de discernir los tiempos y fortalecer la comprensión misionológica del movimiento.
Este año, el foro expresó de manera extraordinaria la riqueza de COMIBAM. Las imágenes capturaron la diversidad del movimiento: la energía de las nuevas generaciones, la sabiduría de quienes han servido durante décadas, la pluralidad en los equipos de facilitación y la presencia activa de mujeres en la misión. El compromiso era tan profundo que muchos participantes renunciaron a los tiempos de Coffee Break del programa para continuar dialogando. La atmósfera mostraba que este foro respondía a una necesidad latente del movimiento; mismo que urgía por tener este espacio y esta conversación en particular.
Como ha sido característico desde 1987, la presencia de Dios se sintió de manera palpable. Hubo tiempos de alabanza, danza espontánea y, sobre todo, la presencia de intercesores que acompañaron este proceso desde mucho antes, orando por cada persona presente, por los pueblos menos alcanzados y por las declaraciones que se estaban construyendo, así como por quienes facilitábamos. No fue solo un ejercicio intelectual o emocional, sino un encuentro que integró lo teológico, espiritual, comunitario y colaborativo.
Aunque los momentos formales fueron esenciales, lo que ocurrió fuera de ellos también dio forma al espíritu del foro. Los cafés, los tés, las cenas, las conversaciones frente a la playa limeña al atardecer y los encuentros espontáneos en el Distrito de Barranco permitieron que emergiera nuestra idiosincrasia latina: afectiva, expresiva y profundamente relacional.
Ha sido en el seno de este ambiente y con una dinámica impresionante, que tuvimos también el peculiar y memorable aeróbico misionológico del Dr. David Ruiz, quien, además de hacernos reír, nos condujo a una reflexión profunda sobre la misión de Dios y la necesidad de que la Iglesia participe plenamente —incluyendo su compromiso financiero— como parte de una obediencia integral.
Las voces de obreros en el eje de Campos añadieron profundidad práctica y sensibilidad a lo que se discutía. Sus historias nos conectaron con la realidad de lugares donde el Evangelio aún no ha sido anunciado.
En varios momentos del foro resonaron palabras históricas del movimiento:
- Bertil Ekström: “La Iglesia es por naturaleza misionera; no existe iglesia sin misión.”
- Edison Queiróz: “Iberoamérica ha recibido mucho; ahora es tiempo de dar.”
- Zazá: “La espiritualidad precede a la estrategia.”
Estas palabras no solo decoran la historia; siguen guiando nuestro caminar.
Uno de los énfasis más profundos del encuentro fue recordar —como expresaron el hermano Madrigal, Matamoros y Zazá— que Dios llega primero. Él ya está presente en los pueblos, culturas y comunidades; no somos los salvadores. Nuestro llamado es discernir el soplo del Espíritu, unirnos a lo que Él ya está haciendo y caminar con humildad.
Como se repitió varias veces: “Dios ya está allí.”
Y donde Dios está, también encontramos una iglesia presente, periférica o pequeña, alguna expresión de creyentes nacionales que forma parte del testimonio local del Reino. Por eso, la pregunta correcta no es: “¿cómo llegamos nosotros?”, sino: “¿cómo caminamos juntos sin imponer, sin colonizar, sin desplazar lo que el Espíritu ya está soplando?”
Carlos Madrigal nos recordó que el Reino de Dios “no es para escapar de la tierra”, sino para venir a la tierra, para influenciar en ella, rechazando cualquier mentalidad escapista dentro de la Iglesia. También nos habló del Jesús del Camino, el Jesús encarnado, el Jesús de la misión, y nos invitó a identificarnos con Él como Su cuerpo.
Este enfoque nos llevó a una afirmación clave repetida en el foro —sin decirla necesariamente en un lenguaje académico, pero expresada en el MissioTalk—: ¿Qué pensarían los extraterrestres de la misión?:
La Missio Dei determina la Misio Hominum.
Como enseñan las Escrituras:
- “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Co 5:19).
- “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero” (1 Jn 4:10).
Y a la luz de Filipenses 2, se resaltó el camino del vaciamiento (kenosis). Zazá y Carlos insistieron en que la misión debe ser encarnacional, siguiendo a un Dios que se hizo siervo. Menguar nosotros para que Cristo crezca en los nacionales. Este movimiento —expresaron— debe ser un movimiento de humildad.
Celebramos… pero sabemos que la tarea continúa
El foro fue un espacio de celebración, pero también de confrontación y autocrítica. Como bien señaló Allan Matamoros: “estamos entrando en una nueva época de reflexión misionológica.” El fervor no debe disiparse tras la efervescencia del evento; esta vez hemos afirmado que estamos construyendo una ruta para el movimiento, a través de nuestras declaraciones.
Las palabras de Cristian Castro, nuestro director ejecutivo, marcaron un hito. Con una comunicación cercana a las nuevas generaciones y una visión estratégica, nos recordó que Iberoamérica ha pasado de ser un campo misionero a convertirse en una Fuerza Misionera, pero adaptándola y agregando que estamos en movimiento. En tiempos de cambios vertiginosos, la palabra “movimiento” se vuelve necesaria para entender nuestra identidad y misión, que siguen siendo invariables a la luz de las Sagradas Escrituras.
También descubrimos que aún hay vacíos de comprensión en conceptos bíblicos y misionológicos fundamentales. Aunque en lo colectivo fuimos fortalecidos por quienes dominan la teología, la práctica, la metodología y la experiencia, cada uno tiene la responsabilidad de seguir creciendo. Debemos regresar a nuestras oficinas e iglesias con una disposición humilde de aprendizaje. Porque, como dice David Ruiz: “La misión se hace con amigos, no con empleados.” Y desde estos lugares de confianza podemos mejorar, crecer, aprender y seguir nutriéndonos unos a otros.
Por otra parte, valorar el tema de volver a la esencia fue clave. Escuchar a Zazá fue un momento de renovación espiritual. Sus historias y experiencias nos conectaron con el dolor, la resiliencia y la esperanza de nuestro continente. Nos recordó que Jesús es nuestro modelo de servicio y vaciamiento.
También fue significativo ver a un pastor mexicano, el Dr. Nathan dirigir el eje de la Iglesia e invitar a pastores a dialogar sobre el rol pastoral en la misión y construir juntos declaraciones sobre la Iglesia y la misión. La escena misma encarnaba lo que afirma Bertil Ekström: “La cooperación no es opcional para la misión; es parte de su esencia.” El hermano Nathan desde su rol, experiencia y cercanía en el entorno mexicano con pastores, fue muy empático al escuchar y al invitar a movilizar pastores y su coherencia entre lo que decía, y los hechos que le respaldan como iglesia que participa en la Obra de Dios, le valió para dirigir el eje de la Iglesia y Misión.
¿Y ahora qué sigue?
Regresamos a nuestros países con preguntas, ideas, inquietudes y una visión fortalecida o renovada. Y si un observador externo —digamos, el extraterrestre, como diría el hermano Madrigal— mirara este proceso desde fuera, ¿qué diría? Bueno, quizá reconocería a un pueblo imperfecto sí, pero, intentando participar en la historia de redención narrada por la Biblia; intentando que la armonía perdida en el Edén sea anunciada nuevamente, hasta que todas las naciones adoren a Dios.
COMIBAM no es un evento ni un momento: es un movimiento. Y como afirmó Edison Queiróz, q.e.p.d : “No somos espectadores de la misión; somos participantes.”
Hoy reafirmamos que la misión continúa. La misión nace del corazón del Dios trino, fluye hacia Su Iglesia y la envía en obediencia, gozo y humildad. Discernimos juntos Su soplo, caminamos sin imponer, vaciándonos para que Cristo crezca en cada pueblo y nación. Porque todo lo vivido, todo lo discutido, todo lo discernido… nos invita a caminar juntos en lo que Dios ya está haciendo.
Porque la misión es de Dios… pero también es de la Iglesia, como Su cuerpo enviado.
Si te gustaría conocer o participar más en estas declaraciones misionológicas, puedes contactar a los coordinadores de COMIBAM de tu país: https://comibam.org/es/cooperaciones-misioneras/, o al correo: director@comibam.org. Una vez revisadas las declaraciones, ellos habilitarán un espacio para acceder a ellas, hacer comentarios y documentar las voces de los participantes en este proceso.
Si deseas saber cómo la Iglesia Cristiana Evangélica en Iberoamérica está participando en el proceso misionero, puedes escribir a investigacion@comibam.org. Recientemente se ha culminado un estudio de casi tres años, integrando tres investigaciones en un solo libro, donde podrás conocer la participación de la Iglesia, el ecosistema de ministerios y agentes de la misión, así como realidades de los obreros en el campo. Más información está disponible en la tienda de COMIBAM: https://tienda.comibam.org/tienda/.
Y recuerda: puedes ser parte de esta misión; porque reconocemos que sigue siendo la misma misión para una Iglesia en movimiento.