Por Decio de Carvalho
COMIBAM es la Alianza de Misiones Iberoamericanas. Iberoamérica es la región geográfica que comprende los países de habla hispana y portuguesa de América del Norte y del Sur, el Caribe y la Península Ibérica de Europa. COMIBAM sirve a las redes o asociaciones nacionales de misiones en 23 países de la región. Debido a la importante presencia de iglesias latinas en los Estados Unidos y el Canadá, y a la afinidad cultural y lingüística con España y Portugal, las comunidades misioneras de esos países también están representadas en COMIBAM.
La visión de nuestra comunidad misionera es que la iglesia de nuestra región participe de la acción de llevar el Evangelio a todas las etnias del mundo. Estamos comprometidos con esa visión. Creemos que Dios ha levantado COMIBAM para proporcionar a las iglesias y agencias misioneras de la región un espacio para relacionarse, aprender, compartir información y colaborar en el cumplimiento de Su misión.
Una breve historia del Movimiento Misionero Iberoamericano
El trabajo misionero protestante en América Latina comenzó en 1528, no mucho después de que la Reforma renovara la iglesia y transformara la vida de los creyentes en toda Europa. Algunos eran tan fervientes que se atrevieron a cruzar el Océano Atlántico para presentar esta nueva comunidad de seguidores de Cristo al Nuevo Mundo. Muchos darían sus vidas, ya sea por enfermedad o persecución.
Durante el siglo XIX, el fruto del trabajo de estos misioneros echó raíces y comenzó a crecer. Líderes nacionales fueron equipados y nombrados y, a principios del siglo XX, se plantaron nuevas iglesias a un ritmo acelerado. Ellos, a su vez, comenzaron a considerar su rol en la misión de Dios. Un movimiento misionero estaba emergiendo.
El líder misionero brasileño Bertil Ekström ha escrito y enseñado teología y misión extensamente. Resumió el desarrollo del movimiento misionero iberoamericano en cinco períodos:
- Período poscolonial temprano, 1840-1900: el movimiento misionero se centra en el país – “Jerusalén y Samaria”. El trabajo de la misión se realiza enteramente por denominaciones.
- Esfuerzos iniciales en misión internacional, 1900-1950: el movimiento se vuelve internacional, pero principalmente a países vecinos o culturalmente relacionados. Se fundan las primeras agencias misioneras no confesionales.
- Primera respuesta al desafío y a las oportunidades, 1950-1980: se produce una importante movilización, reclutamiento y entrenamiento. Se envían misioneros iberoamericanos a los grupos de personas más necesitadas y no alcanzadas, pero todavía en números muy pequeños. Se forman redes nacionales de organismos misioneros.
- Crecimiento y expansión, 1980-2000: misioneros iberoamericanos comienzan a entrar en los países llamados de “acceso creativo”. Están mejor equipados debido al establecimiento de programas de capacitación enfocados en la misión. El número de estructuras de envío y de misioneros aumenta rápidamente. Se forma una cooperación internacional iberoamericana.
- Colaboración hasta los confines de la tierra, 2000 y en adelante: un movimiento misionero maduro se centra en el campo y en el misionero. Se forman alianzas con otras redes internacionales.
A pesar del impulso para evangelizar haber sido plantado por los primeros misioneros, la misión en el extranjero no fue una prioridad en las iglesias latinoamericanas, con pocas excepciones, hasta los años sesenta y setenta. Los movimientos estudiantiles, la participación de los dirigentes de las iglesias iberoamericanas en conferencias internacionales y la enseñanza de los jóvenes misioneros extranjeros en misión catalizaron una mayor reflexión sobre la participación en la misión mundial. Teniendo en cuenta el potencial de la iglesia iberoamericana para el compromiso mundial en la misión, un líder misionero a principios de los años ochenta se refirió a ella como el “gigante dormido”.
En 1987, líderes cristianos y misioneros de Iberoamérica planificaron un evento para reunir a los apasionados o interesados en este movimiento misionero emergente. Más de 3.200 participantes se reunieron en Sao Paulo, Brasil, para el Primer Congreso Misionero Iberoamericano. Una declaración adoptada en la conclusión del congreso decía: “Iberoamérica ya no es sólo un campo misionero, sino también una fuerza misionera”.
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